dimecres, 21 de març del 2012

Lágrimas de desaliento.
Sé que debería dejarte libre
y dejar de lado el dolor,
pero aún te amo, te quiero.

Me fui, volví, hui
y continuabas allí
para perdonarme la huida
y reenamorarme aún más
creí volver a tenerte
pero sólo fue un espejismo
y dejé de cuidarte
y ahora, maldita,
no quieres irte.

Antes me abrazabas,
me besabas la boca
ahora sólo tu corazón de roca
encima mi piel ardiente,
como un amargo presente.

Me siento triste,
ya no me crees,
todas mis palabras son dudas
para tus oídos cerrados a mí.

Me duele el pensamiento; la boca; los labios;
me duelen; te añoran, me duelen.

La soledad de estar a tu lado,
de ver que ya no me deseas
que la distancia entre tú y yo
no hace más que crecer.
Intento que pare, volver a acercarme
pero no lo consigo y no sé qué hacer:
me desespero, me entristezco, lloro y maldigo
a mí, a ti, y a todo lo sucedido
porque me duele al corazón tu indiferencia
quizá más que tu dolor o tu ausencia.

Pero yo aún te quiero,
no me crees,
pero me tiemblan las piernas
y pierdo la voz cuando te veo
no me crees,
pero te deseo, deseo tu cuerpo de miel
y tus palabras de antes,
y me derrumba la ausencia de besos...

Tú me enamoraste
y ahora no sé cómo hablarte
para que vuelvas a amarme.
Ya ni recuerdo la última vez que dijiste: Te Quiero;
fue hace mucho, demasiado,
luego me lo demostraste...
ahora ya,
ni eso.